Todos los años, el 23 de junio a las 12 de la noche, los más supersticiosos y los más fiesteros realizamos varios rituales para aprovechar las energías mágicas de la noche de San Juan.
Los antiguos celtas llamaban Alban Heruin a este festival y su significado primordial era el de celebrar el instante en el que el Sol se hallaba en su máximo esplendor, cuando duraba más tiempo en el cielo y mostraba su máximo poder a los hombres, era el día que alcanzaba su mayor plenitud y, al mismo tiempo, el día en que empezaba a decrecer hacia su casi muerte en el Solsticio de Invierno. Se encendían hogueras para conmemorar ese poder del Sol y para compartir su fuerza con él, para alabarlo y al mismo tiempo para atraer su bendición sobre hombres, animales y campos.
Dos bruxos.
El queimador junto a la hoguera.
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